EL MAESTRAZGO : EL MARCO GEOGRÁFICO
El nombre de Maestrazgo es un término geográficamente equívoco, pues a lo largo de la historia ha ido variando en extensión y alterándose la lista de pueblos que lo componen. Incluso dependiendo de la perspectiva con que se aborde la materia, el territorio que llamamos Maestrazgo será diferente si nos referimos a él como comarca geográfica natural, como realidad histórica vinculada a la antigua Orden de Montesa –que da origen a la denominación-, como demarcación militar -la Comandancia General del Maestrazgo creada en 1849, que comprendía tierras de Teruel, Zaragoza, Castellón y Tarragona-, o incluso como mancomunidad de promoción turística en nuestros días. Así por ejemplo, es frecuente oir llamar a Morella “capital del Maestrazgo”, cuando geográficamente pertenece a la comarca de Los Puertos y no al Maestrazgo, y nunca perteneció a los terrenos de la antigua Orden de Montesa, ni fue nunca – a diferencia de Cervera del Maestre o de San Mateo- “capital” del mismo; o incluir el Maestrazgo como una de las comarcas que componen la provincia de Teruel, cuando el Maestrazgo montesino nunca transcendió los límites de la de Castellón ; u oir hablar del general carlista Ramón Cabrera como de “El Tigre del Maestrazgo”, cuando su ámbito de actividad abarcó un territorio mucho más amplio, que se extendía de hecho por comarcas que, bajo ningún concepto, han pertenecido nunca al Maestrazgo, como el Alto Palancia castellonense o la del Bajo Ebro en Tarragona.
Si nos atenemos a la filología del término y a su estricto origen histórico, Maestrazgo se deriva de la palabra maestre, dignidad de las órdenes militares, y se aplica al territorio, bienes, derechos, frutos y rentas pertenecientes al maestre. El Maestrazgo en sentido histórico estricto es el Maestrazgo de Montesa, llamado así porque pertenecía a la Orden de Santa María de Montesa, fundada en Valencia por una Bula de Juan XXII de 1317, a instancias del rey Jaime II de Aragón, que dotó a la nueva Orden con los procedentes de los Templarios, tras su extinción por Clemente V en 1312 a petición del rey de Francia Felipe IV. El territorio de este Maestrazgo histórico comprende la bailía de Cervera, compuesta de los pueblos de San Mateo, Cervera, Traiguera, San Jorge, Chert, Canet, La Jana, Rossel y Calig. Un caballero de la Orden con el título de lugarteniente y capitán del Maestrazgo viejo de Montesa gobernaba antiguamente dicha bailía, con jurisdicción civil y penal. Impropiamente se le llamaba gobernador de San Mateo, porque tenía su residencia en el Palacio extramuros de esta villa.
El Maestrazgo nuevo, expansión histórica del anterior, ya pasados los siglos, comprendía varias encomiendas. La mayor era la de Cuevas de Vinromá, con los pueblos de Albocacer, Salsadella, Tirig, Villanueva, Torre de Endomenech y Serratella, Culla,Vistabella,Adsaneta, Torre de Besora, Villar de Canes, Benafigos y Molinell, Benicarló y Vinaroz, Onda, Alcalá de Chisvert y Santa Magdalena de Pulpis, Villafamés, Benasal y Ares.
Esta delimitación histórica, poco tiene que ver con los límites físicos de la comarca .Como dice Jose María de Melis, “si se ha extendido a toda la zona el nombre de Maestrazgo, no ha sido de un modo caprichoso, sino porque todo forma un conjunto geográfico, linguístico, psicológico, costumbrista y económico, y poco puede importar que en el siglo XIII dependieran unas villas o ciudades del Temple, de la Corona o de un señor”. En efecto, en sentido geográfico o como comarca natural –unidad morfológica, etnográfica y económica- , el Maestrazgo está limitado por el Ebro desde su desembocadura hasta su confluencia con el Guadalope, continuando los límites por este río hasta el nacimiento del Mijares, y siguiendo por éste hasta la desembocadura, en que se separa de él para dejar fuera a Castellón de la Plana e ir a buscar la costa y seguir hasta el Ebro. La cordillera Ibérica, desde su arranque en el nacimiento del Ebro, marcha sensiblemente paralela a su orilla derecha hasta encontrarse en el río Jalón, en que describe un gran arco de circunferencia y, por la sierra de Molina, llega al nudo de Albarracín. De él arrancan tres ramales principales: uno, la sierra de Molina citada, que va al NO; otro, formado por altos páramos que no son más que la continuación de la cordillera Ibérica al SO: y, el más importante, el que casi paralelo a la costa , corre al NE, que constituye un imponente macizo que se lanza al Ebro obligándole a describir el gran recodo de Caspe en un contínuo desfiladero. Los nombres que recibe, a partir del nucleo de Albarracín, son: sierra de Gúdar, sierra de Mosqueruela y Puertos de Beceite en su terminación, y estas montañas son las que forman el núcleo principal de las del Maestrazgo. No es propiamente una cordillera o un sistema orográfico definido, sino un escalonamiento montañoso, de sierras y elevaciones más o menos abruptas, que cortan hondos valles áridos, separados por páramos amesetados, por prominencias despuntadas, convertidas en las típicas “muelas”.
En la guerra el terreno manda. Las guerras carlistas del siglo XIX en el este peninsular no siguieron límites geográfico-políticos, sino naturales. Eran los ríos y los montes los que delimitaban el area de expansión de los defensores de la bandera de la Legitimidad. Podía decirse que del Ebro al Cabriel, y de las sierras de Molina y Albarracín hasta el mar, estaba comprendido el escenario de estas luchas. Un pais de altas sierras que dividen los reinos de Aragón y Valencia, cuajado de gargantas y desfiladeros entre cumbres escarpadas, rodeado de baluartes y de fortificaciones naturales, que hacen de él una especie de inmensa ciudadela, dominada por la seguida roca en cuya cúspide descansa Morella , y que fue el escenario en el que se concentraron los sangrientos episodios de las guerras civiles del siglo pasado, en su dimensión levantina.
Durante las guerras carlistas del siglo XIX, la afinidad geográfica del terreno y el común sentir de sus pueblos ligó estrechamente el norte de la provincia de Castellón con el Bajo Aragón, estableciéndose una unidad de mando desde el inicial nombramiento del Barón de Herves como Comandante General del Maestrazgo, sucedido más tarde por los de Marcoval y Carnicer.El territorio bajo su influencia rebasaba de hecho los límites de estas dos provincias, pues desde el comienzo de la primera guerra la orilla derecha del Ebro –el corregimiento de Tortosa- pertenece más a las fuerzas levantadas en Valencia y Aragón que al Ejército Real de Cataluña. A su vez y por el contrario, el Alto Aragón estuvo siempre fuera de la órbita del jefe del Maestrazgo o Bajo Aragón. Región muy liberal, se le llamó “El Vedado de la Reina”, aunque penetraran en muchas ocasiones en él los batallones navarros, las partidas catalanas y las procedentes del Bajo Aragón. Los carlistas de Huesca prefirieron combatir en los batallones navarros, y los del norte de la provincia de Zaragoza lo hicieron con las fuerzas castellanas. Así pues, mientras que puede unirse a Aragón con el antíguo Reino de Valencia, esto se refiere sólo al Bajo Aragón.
Las guerras carlistas en las regiones levantinas son muy distintas a las de Castilla y hasta del Norte de España. La insurrección pudo hacerse al amparo de las montañas y barrancos de esta tortuosa comarca. El Maestrazgo es una de las zonas más laberínticas de España. El terreno no se prestaba a hacer una guerra metódica, como ocurriría en el Norte, sino que, por el contrario, proporcionaba ventaja a los que, como los carlistas, buscaban lugares en donde tuvieran probabilidades de no ser desalojados. Por eso la guerra en el Maestrazgo fue ,sobretodo, una guerra de guerrillas en que las emboscadas y sorpresas, normalmente a favor del terreno, lo hacían todo.
La unidad de acción de los carlistas en esa región natural dada por las condiciones del terreno, que desbordaba demarcaciones históricas y fronteras de convencionalismos político administrativos, y la circunstancia de disponerse este territorio a caballo de las responsabilidades de tres Capitanías Generales, con los consiguientes solapamientos y conflictos, llevó al gobierno isabelino a crear en 1849 la Comandancia General del Maestrazgo, cuyos límites estaban marcados por el Ebro, hasta Caspe y desde allí hacia el sur comprendiendo los partidos de Alcañiz, Vinaroz, Gandesa y parte del de Tortosa. Se daba con ello un paso decisivo para la ampliación de la pertenencia al Maestrazgo a muchas poblaciones que hasta ese siglo XIX nunca habían tenido relación con el mismo. Esta confusión se prolongaría durante la última guerra carlista, en el período 1872-76, con la formación de la División del Maestrazgo, de la que formaban parte voluntarios incorporados en los confines de la Plana al sur de Castellón y en los Puertos de Beceite, en tierras de Teruel o Tarragona, al norte.
Este concepto amplio e indeterminado del Maestrazgo prosperó a lo largo de los años –en la última guerra civil de 1936-39 volvió a hablarse del Cuerpo de Ejército y División del Maestrazgo, con igual sentido poco restrictivo-, y quedó particularmente refrendado en 1970, con la constitución de la Mancomunidad Turística del Maestrazgo, una meritoria iniciativa de promoción turística de diversos pueblos de Castellón y Teruel más atenta a sus comunes necesidades socioeconómicas y nexos turísticos actuales que a sus vinculaciones administrativas en pasados siglos. Este Maestrazgo turístico –cuya capital adoptiva es Morella- es en realidad una especie de comarca de nueva planta, basada en la voluntaria adhesión de los distintos municipios al esfuerzo promocional conjunto, por lo que no se atiene en rigor ni a la historia secular ni tampoco propiamente a lo que podríamos llamar la comarca natural y geográfica, pues incluye pueblos alejados del Bajo Aragón y excluye, valga como ejemplo, a la mismísima Cervera del Maestre, primera capital del Maestrazgo viejo.
Nuestro recorrido en este libro lo es por el Maestrazgo que hemos llamado Carlista, y por tanto por el territorio que en las guerras del siglo XIX estuvo bajo esa dirección de mando cuyos vagos e imprecisos confines abarcaban, además de las comarcas de Els Ports y el Maestrazgo castellonense en sentido estricto, la TinenVa de Benifassa, y las comarcas del sudoeste de Castellón; los pueblos del Bajo Aragón de la antigua Baylia de Cantavieja,pero incluyendo también las importantes villas de Castellote y Mosqueruela, igualmente el el extremo sudeste de la provincia; los del Bajo Ebro y zona de influencia de Tortosa en Tarragona; y los de la cuenca del Matarraña y los Puertos de Beceite, en los confines de los antiguos Reinos de Valencia y Aragón y el Principado de Cataluña.
Un Maestrazgo Carlista en sentido amplio y deliveradamente impreciso y vago, en el que tratamos de comprender el nucleo principal de los territorios de actividad e influencia continuada del carlismo a lo largo del último siglo, y los pueblos que jugaron un papel más destacado como teatro de aquellas guerras.
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